Hombre bomba de tiempo

Salvador Galindo

"Yo no soy hombre, soy dinamita". Nietzsche

 

El extracto de lejía es perfecto

para determinar la proyección del cosmos

hacia la zona donde todas las venas hallan su caudal.

 

Como cualquier servicio,

puedes manipularlo, poseerlo

limpiarlo, volverlo a ensuciar.

El esclarecedor ícono es perfecto

el correr de la trivia tan virtual como vital.

 

El sentir que las alternativas

son menos definitivas que el comodín

una suerte de progresivo pésame

prohibido, fruto, prohibido.

 

¡Ni lo intentes! Así, muy cerca para degustar tu derrota.

Los dientes se esmaltan en su música,

mordidas en alguna cadena o llave

tan virtual como infantil.

Y la sonata ha sonado correctamente,

falta la agonía que le permita existir.

 

Déjame ser empático y tomaré tu pulso,

desde hombros a piernas,

porque es perfecto el determinar

la zona donde hallan su caudal todas las venas.

 

En un abrir y cerrar de ojos, el sentido de la vida,

en una hipnosis barata, la mente duele de certeza.

 

Y es disonante describirlo,

el cómo tus conocimientos se retiran

cómo tus ideas

cómo tus voces

cómo tus bocas

cómo tus poemas

cómo tus estrofas

cómo tus versos

cómo tus grafías

cómo el papel

cómo la leña

cómo el árbol

cómo las raíces

cómo la tierra

cómo el planeta

cómo tus amigos

y cómo tus sueños,

en fin, se retiran de ti mismo...

Perfecto es saber que estás presente,

cada minuto, cada segundo

para elegir entre rojo y verde,

para elegir entre cosmos y caos,

para elegir entre nada y mundo.

 

Y en una hipnosis barata,

3... 2... 1

La mente hiede de certeza.

 

Hiede de certeza.

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