La chica de la torre custodiada por un dragon.

Santiago Medina

Yo, no sabía qué tenerte,
Era una fuente de dolor,
de pena, de suspenso,
al amarte, no sabía.

No sabía lo adictivo que puede ser,
Adicto a tus brazos firmes;
Cuál correas paralelas entre sí,
Correas como cura universal.

Curas para los dolores,
Curas para el mal del mundo,
Curas las enfermedades,
Curas mi fría soledad.

Haces que todo sea,
Un desfile de disfraces,
Haces todo más claro,
de cierta manera oscuro.

El mundo deja de ser,
Verídico e ineludible,
Para ser un segundo plano,
Donde solo estas tus ojos y los míos.

Yo, no sabía qué quererte,
Era una red, trampa carnívora,
Una concepción suicida,
desde sentimientos y libertad.

Yo, no sabía qué estar sin ti,
Era un infierno de nueve dioses,
Tristeza, dolor, ira, culpa,
resentimiento, miedo, confusión,
frustración y soledad.

Convivo con ellos a diario.
Desde que comprendimos,
Que lo nuestro no era posible,
Desde hace mucho o poco.

Desde entonces no hay calor,
No hay frio en mi lugar,
Solo un espacio inerte,
Un lugar donde nada hay.

¿Será que nacimos solos?
¿Será qué estamos solos?
¿Será que es mejor así?
Y, aún más importante,
¿Por qué no estás aquí?

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