Nos separamos, amor, no por falta de fe,
no porque tus caricias ya no habiten mi piel,
sino porque el destino, en su sombra, nos ve
como barcos perdidos, sin rumbo ni vergel.
Te arrancó de mis manos, no el frío del desdén,
sino un viento invisible, cruel e implacable,
y aunque amarte es la llama que aún me sostiene en pie,
nuestros pasos se quiebran bajo un cielo inefable.
Te amo en soledad, donde el llanto no habla,
donde el eco se apaga en su propio lamento,
y aunque el mundo se rompa, mi corazón te guarda,
como el último aliento de un amor ya sin tiempo.
No fue la ausencia de amor lo que nos destrozó,
ni el olvido que cubre los días marchitos,
fue el destino, amor mío, que a golpes nos quebró,
y nos dejó en la sombra, con sueños malditos.
Te elijo, amor mío, en la oscura agonía,
de saber que te pierdo sin haberlo querido,
te elijo en el silencio de esta triste elegía,
donde cada latido se siente perdido.
Y así seguiré, en la niebla y el duelo,
amándote en sombras, sin voz ni promesa,
porque aunque el destino nos divida en su vuelo,
te amaré en silencio, hasta que el alma cese.
- Autor: El Corbán (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2024 a las 11:16
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Mauro Enrique Lopez Z., Polvora
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