Teatro & suspenso

Incidiendo, en las afueras del teatro nocturno,

las culpas hacen cola, y fichan

mientras justifican tu turno, tu nombre,

miles de maneras para interpretar tu nombre.

 

Las fases del resentimiento

impresas en un boletín.

Las culpas haciendo cola,

y quieren reconocerlos, registrarlos,

discretos como antifaces en galería.

 

Deseando la maldición de lo que se desconoce

y no termina de conocerse.

Deseando la maldición de lo que se rechaza

y no termina de quererse.

 

Y concluidos los 13 pasos,

ellos pisotean en notas altas

sobre la acera, y el jaque ha sido sucio,

y el bumerán les ha sido secante,

y todos han tenido demasiado por hoy.

Y, al fin, sorbo una sobredosis de acción,

de mortalidad gráfica.

 

Incidiendo, te encuentro, en letales prismas,

fuera del café te encuentro,

y el ejercicio ritualizado de las citas

no tolera la carga, en el evento.

 

Eventualmente, el miedo hacia tu sed de iniciativa,

la sed hacia el riesgo,

la cruz irreconocible de tu oportuna kermés

que revelo en la azotea de las polémicas,

que revelo en la fase alterna a tus excusas

¡ah! tus excusas,

mi abierta oportunidad de deserción social.

 

Mas rescato la etimología de tu nombre,

para declararte como página invicta,

y yo, como el autor invicto de tu sumisión,

el autor invicto de tu humillación.

 

Remotamente había esperado la hora del aprendizaje,

la hora de la connotación de la fábula,

deseando la maldición de lo lejanamente culpable,

miles de maneras para denotar tu nombre,

miles de maneras para ingresar al teatro,

sin identidad, sin penitencia.

 

Miles de maneras para ser tú mismo.

 

Aunque, sin garantías de perder la faz,

ya he de experimentar el riesgo de identificarte,

y aguardando por el turno que te es familiar,

y aún así te desconoce,

en el suspenso indescifrable de esta noche,

la moraleja se te escapó de las manos.