EL AUTOCONTROL

Yeshuapoemario

 

 

El que les pone freno a sus labios actúa con prudencia (Prov. 10:19).

 

En el vasto tejido de la red social, hilos invisibles nos conectan con miles, cada clic una promesa, cada publicación un lazo. Pero en este mar de voces, ¿cómo encontrar la calma? ¿Cómo no perder el rumbo en la tempestad de dramas? El autocontrol es faro, es ancla en la marea, es el sabio silencio cuando la provocación acecha. Es el arte de medir palabras como quien cuenta estrellas, de guardar secretos como tesoros en la tierra.

 

Es la prudencia que susurra cuando el mundo a gritos llama, es la fuerza que sostiene la lengua cuando el peligro se enrama. En el jardín de la confianza, donde cada flor es un alma, el autocontrol es jardín, es el guardián de la calma. Es el puente que no se quiebra, aunque el viento fuerte sople, es la puerta que se cierra antes que el error nos golpe.

 

En el tablero de la vida, donde cada paso es una jugada, el autocontrol es estratega, es la pieza bien colocada. Es el silencio entre notas que en la música se valora, es el espacio entre letras que en la poesía decora. Es el respiro profundo antes de la palabra errada, es el abrazo que se guarda cuando la ira está desatada.

 

Es el susurro de la conciencia, es el eco de la razón, es el murmullo del río que fluye con precaución. Es el voto de silencio en la asamblea del corazón, es la promesa de discreción que en el alma se grabó. En el lienzo de lo eterno, donde cada color es un don, el autocontrol es pincel, es la mano que con amor pone tono a la pasión.

 

Es el guardián de secretos, el protector de hermanos, es el amigo silente en tiempos buenos y en tiempos malos. Es el pacto con uno mismo, es la elección de ser sabio, es el compromiso eterno de mantener el bozal amarrado. En el río de las palabras, donde cada frase es un caudal, el autocontrol es la presa que contiene el vendaval.

 

Es el arte de ser fuerte sin necesidad de alardear, es la ciencia de ser libre sin necesidad de escapar. Es la danza delicada entre lo que se debe mostrar y lo que se debe resguardar, es el equilibrio perfecto entre hablar y callar. En el teatro de la vida, donde cada acto es real, el autocontrol es guionista, es el director general.

 

Es el refugio en la tormenta, es el puerto seguro, es la sabiduría antigua que perdura en el muro. Es la voz que no se alza, pero que en el silencio murmura, es la palabra no dicha que en el aire perdura. En el mosaico de relaciones, donde cada pieza es crucial, el autocontrol es el artista, es el que sabe dónde colocar cada cristal.

 

Es el voto de confianza, es la fe en la humanidad, es la esperanza que brilla en la oscuridad. Es el silencio que habla, es la palabra que actúa, es el gesto que cuenta, es la acción que perdura. En el libro de la vida, donde cada letra es vital, el autocontrol es el autor, es el que escribe el final.





 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de septiembre de 2024 a las 03:16
  • Comentario del autor sobre el poema: El que les pone freno a sus labios actúa con prudencia (Prov. 10:19). Algo que puede poner a prueba nuestro autocontrol son las redes sociales. Si no tenemos cuidado, podríamos revelar sin querer información confidencial a muchísimas personas. Y una vez que enviamos esa información no podemos controlar cómo se usará ni deshacer el daño que pueda causar. El autocontrol también nos ayuda a guardar silencio cuando nuestros enemigos tratan de engañarnos para que les contemos cosas que pueden poner en peligro a nuestros hermanos. Esto podría ocurrir si la policía nos interroga en un país donde nuestra obra está prohibida o restringida. En esta y otras situaciones nos puede ayudar poner en práctica este principio: “Mantendré mi boca tapada con un bozal” (Sal. 39:1). Debemos ser confiables con nuestros familiares, con nuestros amigos, con nuestros hermanos y con cualquier otra persona. Y para esto es imprescindible que tengamos autocontrol. w22.09 13 párr. 16
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 11
  • Usuarios favoritos de este poema: Yeshuapoemario, Antonio Pais, Mauro Enrique Lopez Z., Augusto Fleid, La Bruja Irreverente
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