Tiempo roto

Salvador Galindo

Una canción remota comienza a sonar.

Una mujer se la canta a quien parece ser

un niño, en un tiempo indescriptible.

Tiene una visión: “el futuro se esconde en el vacío

que separa aquellos labios

de nuestros oídos cómplices”

Alguna clase de fábula despertó al niño,

alguna clase de cuco en el tiempo consiguió enseñarle

que lo que él teme ya está germinando en su interior.

Camina a través del bosque que esconde en lo oscuro de la pieza

algo detrás de los árboles le impide ver

lo que él cree como la voluntad originaria.

Solo encuentra una puerta tras otra,

el sentido de realidad que lo despierta por la mañana

que le arrebata el seno materno de un cachetazo.

 

Pienso en aquel sentido, pienso en el erotismo de las aves que anticipan la tormenta,

en el rumor de las pieles que se agostan a la menor insinuación.

Es el deseo que carcome como polilla, es la polilla que amanece muerta junto a la almohada,

testigo de nuestras humillaciones, genio y figura de todos nuestros silencios.

 

Tengo ahora una madeja de deseos enredada en el corazón

tengo una pila de libros que ni siquiera se han comenzado a escribir

Leo lo mejor de George Trakl, a medida que las paredes otoñales empiezan su conspiración

y el ambiente a maldición se hace insoportable, y solo queda leer

inocularse de ficción y de tiempo roto.

 

Tengo algunos secretos amarrados en la garganta

una que otra carta comprometedora escrita a medias, por la desilusión o falta de coraje,

Una costra allí donde creí que podía florecer otro idilio.

Tengo un montón de cadáveres debajo de la cama, cadáveres de viejas relaciones

Tengo un lugar reservado, una fosa familiar para las promesas que ya mudaron de piel.

Lo único que exijo de ti, musa inexistente, es regresar a ese futuro y a ese bosque.

No puedo más que sumergirme en tus ojos,

porque yo fui y seré ese niño

que ahogaste con tu sentido de la responsabilidad.

Unos cuantos segundos y ya casi puedo trazar

el recorrido de las venas que perdieron el motivo

de seguir circulando

ante el ocaso de la virtud.

 

Lo que los extraños llaman tiempo

es lo que ahora se comienza a destruir

a medida que camino por la calle

sin otro rumbo que estas palabras sin cronología

y que aquella canción dejando de terminar

para siempre.

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