Abstracto III

Juan Sebastian Mena

 

 

Ahora mismo ya me siento en paz conmigo mismo.

Ya dejé salir mis lúgubres palabras de mi boca.

Era mi añoranza dejarle ganar a mi suerte y que por fin calmara mi agobiado corazón de tanto sentimiento.

Es escuchar su nombre y estremecerme, a tal punto de pensar en tus pestañas fugaces y recordar su mirada de gitana, tan suave sus manos planetarias y su voz de escarcha que me sucumbe entre los tímpanos. 

Yo la quiero, es cierto, pero no te quiero como quiero a ciertas cosas, te quiero como a algo nuevo, como a lo desconocido que no tiene habitad y sabe a sangre.

Quiero el rojo de tus labios, el lunarcito que tienes al lado de tu cabello de angel y en tu cachete dejar mi huella húmeda labial.

Ponerte una corona de rosas, es que sos todo lo que esté porfiado quisiera.

«¿por qué el tiempo no coincide a favor?» yo te espero, cuando Dios me de el preciso momento de seguirte escribiendo una bella historia de amor mi Dalila.

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