Iban adonde el espíritu los impulsaba a ir (Ezeq. 1:20).

Yeshuapoemario

 

 

En el vasto lienzo del cielo, Ezequiel contempló,

el espíritu santo en un carro de fuego se mostró.

Ruedas girando, seres alados con ojos centelleantes,

un torbellino de poder sagrado, visiones deslumbrantes.

 

“Caí rostro a tierra”, dijo, ante tal majestad,

el espíritu de Dios, su gloria sin igualidad.

En el polvo de la tierra, su rostro se ocultó,

pero en su corazón, una llama se encendió.

 

“Levántate”, le instó la voz, firme y paternal,

Ezequiel obedeció, su espíritu, un vendaval.

Con la fuerza de Jehová, se puso en pie, resuelto,

listo para servir, su temor se había vuelto.

 

Guiado por la mano, que todo lo ve y siente,

Ezequiel caminó, su fe era su pendiente.

A través de valles y montes, su palabra resonó,

como eco divino, que en las personas caló.

 

El espíritu santo, un faro en la oscuridad,

iluminó su camino, le dio claridad.

No era solo un hombre, era un mensajero,

con el soplo de Dios, un visionario sincero.

 

En su ministerio, no hubo mar ni desierto,

que su voz no cruzara, su mensaje era cierto.

“Hijo del hombre”, título de humildad y honor,

Ezequiel lo llevó, con dignidad y fervor.

 

Así, en versos fluye, la historia de aquel vidente,

que vio más allá del ahora, hacia un futuro latente.

Su visión, un legado, en la eternidad se inscribe,

Ezequiel y su llamado, en la historia se describe.

 

 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 23 de septiembre de 2024 a las 07:33
  • Comentario del autor sobre el poema: Iban adonde el espíritu los impulsaba a ir (Ezeq. 1:20). Ezequiel vio cuánto poder tiene el espíritu santo de Dios. En una visión vio cómo ese espíritu actuaba en poderosos seres espirituales y en las enormes ruedas de un carro celestial (Ezeq. 1:21). Él mismo nos cuenta su reacción: “Cuando lo vi, caí rostro a tierra”. Estaba tan impresionado que cayó al suelo (Ezeq. 1:28). Probablemente, cada vez que se ponía a pensar en esa impactante visión, se convencía más de que podría cumplir su ministerio con la ayuda del espíritu de Dios. Jehová le ordenó a Ezequiel: “Hijo del hombre, ponte de pie para que hable contigo”. Esa orden y el espíritu de Dios le dieron la fortaleza que necesitaba para levantarse (Ezeq. 2:1, 2). Posteriormente y a lo largo de su ministerio, “la mano de Jehová” —es decir, su espíritu santo— lo guio (Ezeq. 3:22; 8:1; 33:22; 37:1; 40:1). w22.11 4 párrs. 7, 8 Examinemos 2024
  • Categoría: Religioso
  • Lecturas: 11
  • Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Yeshuapoemario, Augusto Fleid, Mauro Enrique Lopez Z., Pilar Luna
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.