Otredad poética

Ricardo Castillo.



Yo creo en la poesía,
pero en la poesía de las calles,
no en la del intelectual de cofradías.

Creo en la poesía de los murales,
porque tiene una voz que todos conocen
y que todos callan en los recitales.

Hablo de la poesía que está prohibida
por las reglas de los gremios,
la poesía marginal que también existe 
porque se escribe.

La poesía que se niega a publicar
la palabra engendrada,
¿qué mayor acto se le puede pedir 
a lo que está vivo?,
¿acaso nosotros planificamos leernos?,
¿o hemos pactado con el academicismo burgués?

Yo creo en la poesía,
pero en la poesía de los barrios
que le saca una sonrisa al fatigado:
al del carrito del helado,
al vendedor de pan,
al desempleado.

No hablo de la poesía de la burla
que acaba en el aplauso imprescindible
a los poetas burócratas.
¡Hablo de la poesía bienvenida!,
porque su palabra predilecta ha regresado a casa.

Creo en la poesía indígena
que no se lee y que no se conoce,
porque tiene memoria y resistencia
y porque está en la lengua que no aspiramos.

Me gusta la poesía 
que cantan los borrachos-alumbrados
en las licorerías de las esquinas,
donde concurre una audiencia irreverente
a la que no le importa interrumpir,
añadir o enmendar lo que se ha dicho;
y que no calla después del monólogo,
sino que alegre amanece.

Creo en la poesía que no prefija medidas
(y lo digo con mucho respeto 
a los poetas de la escansión),
porque la poesía es una esencia 
y no una forma.

No me gusta la poesía de las cafeterías,
porque las palabras están contaminadas 
por el zumbido de las máquinas
y el parloteo de los comensales.

Creo en la poesía del afecto
que acaricia y acompaña 
al que necesita sin saberlo
la comprensión del verso,
al que está lejos de casa
poseído por el espíritu del frío,
al que busca el consuelo en la cola del cigarro,
y al caído entre latas de cerveza vacías.
¡A ellos díganles que hay una voz del abrazo!
Y no solo díganles,
evoquen las voces de los poetas 
muertos y los poetas vivos,
los conocidos y los que no;
pero hablen con la voz del pueblo,
recítenlos fuerte,
con los puños cerrados
y las manos extendidas,
donde se encuentren.

No me gustan los versos desentendidos;
me gusta la poesía
que todos atentos escuchamos
y que todos atentos entendemos,
porque son el pan de nuestro espíritu.

Creo en la antipoesía de Parra 
y en su Manifiesto, 
por eso le repito: 
Los poetas bajaron del olimpo;
que hay una tarea pendiente
de darle una voz al humilde
y de ser todos a la vez.

Yo digo que la palabra
debe regresar donde nació.
No hablo del desprecio de otras lenguas,
sino la estima de la propia;
de la virtud de verse en el rostro del otro, 
como si se tratara de un reflejo en el espejo;
de los sentimientos que se buscan
porque se reconocen y necesitan.

Creo en la poesía
de la música y viceversa,
y digo que existe en nuestra voz
una melodía que alegra lo entrañable.

Me gusta la poesía de las palabras cotidianas
que tiene el sonido que memora un origen:
praderas y colinas y costas y urbe;
la poesía que se escucha
y no la que se oye.

Yo evoco a la poesía
del que siempre se busca a sí mismo
y que tiene la dicha de encontrarse
en las voces de su tierra.
Cuando yo no me conocía
(y claro que aún me busco y 
me seguiré buscando),
escribía así:
“I confess (no, no es Hitchcock).
Sí es verdad, me gusta la poesía, y todas;
por las mañanas: 
pizarnikiana, juarrociana y vertical;
por las tardes:
bukowskiana, simbolista y maldita;
por las noches:
dariana, alfonsina y vos”.
Entonces yo era muy joven para entender
que no me comunicaba con la gente,
sino que hablaba solo para mí.

Me gusta la poesía que habla la lengua
de mi papa y de mi mama 
(sí, escríbase y léase sin tildes),
porque es la poesía de mi génesis.

Hablo de la poesía
empapada de letras
que nunca leeremos,
la empolvada de olvido 
en inéditos versos,
la que se ha disuelto
en gente y lengua y recuerdo,
que ríe y saluda y se va.

Managua, 23 de septiembre de 2024.

  • Autor: Axioma (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de septiembre de 2024 a las 14:06
  • Comentario del autor sobre el poema: El poema "Otredad poética" explora la esencia de la poesía desde una perspectiva auténtica enraizada en la vida cotidiana y las voces del pueblo, contrastando la poesía popular con la literatura académica. El autor aboga por una poesía accesible y viva, que hable de experiencias genuinas y relaciones humanas, y critica las convenciones del academicismo que a menudo relegan voces marginales y auténticas. La obra resuena con la idea de que la poesía debe regresar a su origen, a ese espacio donde cada palabra tiene un profundo significado. Estos pequeños versos son acompañados de la composición “Una canción” de Otto de la Rocha, porque recuerdan al autor la sencillez y belleza de su tierra natal.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 14
  • Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Pilar Luna, JoseAn100, Augusto Fleid, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z., jvnavarro
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Comentarios +

Comentarios1

  • Pilar Luna

    Muy bueno, muy elaboradas las ideas y muy completas. Saludos.

    • Ricardo Castillo.

      Hola Pilar, gracias por tu valoración. Abrazos.



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