La realidad de un mundo que ignora su propia existencia para existir.

Milber Fuentes

Prisionero perpetuo de una realidad inexistente,
habito entre el escepticismo,
la quimera de la libertad,
y la vacía otredad.

Soy el oprobio del tiempo,
una sombra que suma bajezas,
mientras la vida continúa, indiferente.

En esta era que habito,
puedo mutilar a mi vecino con sutileza,
para luego decir: "No fui yo."
Y la vida seguirá, como siempre,
en su danza lenta y sin eco.

Veo el karma como una deuda eterna,
una factura por pagar,
una condena que nunca termina.

Los engaños son viajes invisibles a través del tiempo,
mundos ocultos que se entretejen en las sombras,
realidades paralelas donde las decisiones crean universos
que se disuelven en la nada.

Incapaz de soportar mi propia vida,
fabrico otra,
un refugio de sombras tejidas,
una casa en la niebla donde me pierdo.

Espero que las aguas claras
se queden en la superficie,
porque mi verdadera morada
es la oscuridad abisal,
donde el sol jamás encuentra lugar.

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