oda a la vida

arboldesombra

Tan deseada, su majestad, su peinado imposible,
la que nadie tiene y corre por las venas alegre,
lejos vas, a un metro, a un latido, a un abismo,
te veo en los ojos del anciano como pasas

te desvaneces cuando las manos quieren tocarte
en el enfermizo deseo de poseerte por siempre,
todos te vemos como pintas los cabellos
como te resbalas, en los pómulos y lágrimas

y al que te pide y al que te implora
lo acompañas, le abres tu boca de sepulcros,
malévola, hermosa, promiscuamente pura,
encendida y apagada miles de veces.

Yo te veo y me coloreas de artritis y dolores
soy tu lienzo, píntame, toma la tinta de mi sangre,
cada horizonte es un rizo de tu cabello en remolino,
la noche cierra, el día abre, tus parpados perpetuos,
tu anatomía de agua y de vino y de distancias.

Tan añorada, tan perfecta, de senos de leche y miel,
me enamoro y desenamoro de ti, romance fugaz,
porque no me amas tanto como yo a tu mirada,
eres como mi madre cuando tomas mis manos
y rezas desde mis labios a la noche infinita.

Tu eres toda hermosa, toda perfecta
y no sabes lo que sentimos cuando te estas yendo,
cuando entras al bosque de grillos nocturnales,
como si buscaras otro amante, más complaciente
que te regale más rosas y te viva mejor en cada momento
en una segunda oportunidad añorada por los vivientes del mundo,
cuando eres implacable y dices -nunca más volveré-

y no se sabe que es mejor, oh hermosa viviente,
creer la promesa que volverás a habitarnos
o esperarte cobijados de sabanas de tierra,
si seguirte y ser solo un vegetal en tus jardines
o engañarte con la niña blanca que enciende nuestras velas.

 

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