Entre Cerveza y Maní

Austin Mora

El sonido de la lluvia se detiene, como si el mundo quisiera escucharme, y aquí, entre cerveza y maní, me atrapa una nostalgia que araña el alma, despertando esos días en los que éramos más que hermanos, éramos vida compartida.
Siento el frío de la botella en mis manos, pero es el calor de los recuerdos lo que realmente me invade. Por un momento vuelvo a verte, pero más joven, aquel que siempre estuvo a mi lado, en el silencio de las tardes, cuando el fútbol era excusa para correr detrás de sueños simples, y el anochecer, nuestra caminata sin destino alguno.
El mundo parecía tan vasto, y nosotros tan invencibles, confidentes de los secretos que solo la sangre puede guardar.  Con poco, fuimos felices, llenos, completos, como si el tiempo fuera nuestro y no necesitáramos más que una charla sincera y la complicidad de estar.
Entre cerveza y maní, hablábamos de todo, sin miedo a las verdades, y en cada palabra el peso de la vida se hacía más ligero.  Nos entendíamos en el silencio, en esa forma de ser hermanos que no necesita explicación.
Hoy, en cada sorbo, en cada crujido de maní, nos recuerdo más jóvenes, más vivos, en este rincón de recuerdos que nunca se apaga. Y mientras el ruido de la lluvia regresa, sé que aún estamos allí, en algún lugar del tiempo, felices, plenos, como siempre fuimos, como siempre seremos, entre cerveza y maní.

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