Los dolores tremendos

Alejandro Tejero Escribano

   LOS DOLORES Tremendos[1]

Han pasado muchos años

Que la flor de primavera

Disfrutamos con pasión,

Armonía y mucho amor.

Hoy veo tu alma abatida,

Me refugio en el poema,

Al verte flor marchitada,                                                          

Sumido por tu dolor.

No se pensaba en el clavo,

Por entonces, del dolor,                                  

Pues estaba tan lejano…,

Luego el tal clavo llegó.

De la paloma o gaviota

Sus arrullos y graznidos

Han perdido apreciación

Por el clavo del dolor.

El dolor es sensación

Inherente al ser humano                                                                                                                                                                         

De muy intensa pasión,

Que siempre queda marcado

En momentos de tensión

Por la dicha `alteración´,

Que con tiempo ha derivado

En profunda depresión.

Del dolor busco el origen,

De esta cruel `enfermedad´

Que a la persona más sana

Privará de libertad.

¿Será algún ser sin imagen,

Motor o Dios[2], Inmortal…?

No encuentro ninguna ciencia

Ni religión con respuesta,

Que al humano librar pueda

De esta sufrida tragedia.

Es el clavo del dolor

El menos que me atormenta,

Pues más el dolor me apena

De impotencia no poder

Urgir al cielo respuesta,

Y se digne conceder

Un consuelo de evitar

Sufrimiento a mi mujer

Sufrimiento que afecta

A toda la humanidad

Sin que nadie poder tenga

Ese clavo desclavar.

El médico con piedad                                      

Podrá al hombre aliviar,

Pero no hay nadie capaz

Con medicina anular.

Qué triste es verte llorar,

Y en tu rostro rodar lágrimas.

Cuántas veces intentaba

Abrazarte y consolar

Tu dolor, y me apartabas

Para a mi mente dañar.

Yo siempre te perdonaba

Por el `mal´ que te afectaba.

Hay que tristes es esperar

Que la amada te comprenda

Para no desesperar

Y poder seguir amar

Toda la vida completa.

Puede el clavo desclavar:

Amor, caricias, respeto,

Paciencia por largo tiempo.

Déjame sentir que siente

Tu dolor en mi interior.

No miento cuando te digo

Lo mucho que te amo y sufro

En el calvario de fuego

De tu dolor; aunque calle

Tus insultos en silencio

Sin poder hacer que cuente.

Sé siempre valiente y fuerte

Para que el dolor no venza

Tu ropaje de coraje.

No te olvides que la vida

Sigue, y vivir lo merece

Por tus nietos muy queridos.

Juntos el dolor sufrimos

Sin pena, pesar ni llantos.

Alejandro Tejero Escribano.

 Gijón,20-8-2024.

 

 

 

 

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