El tiempo se deshace entre mis dedos como arena que huye, mientras el reflejo de mis sueños danza en espejos que no existen.
El eco de mi ser resuena en el abismo del pensamiento, donde la razón se difumina y el alma navega sin rumbo.
El silencio, ese sabio amante, me envuelve en su abrazo eterno, revelando que las palabras no bastan.
El tiempo, efímero en su grandeza, dibuja sus huellas en la eternidad que habita dentro de cada suspiro olvidado.
El viento, mensajero de lo intangible, acaricia mi piel con secretos que el universo guarda celosamente.
En la loza fría, percibo la fragilidad de la existencia, ese breve instante que somos antes de convertirnos en polvo estelar.
Somos efímeros reflejos de lo inabarcable, fragmentos de un todo que se descompone y renace, como un ciclo incesante donde la vida se oculta tras cada ocaso.
En ese ciclo, la muerte no es el fin, sino un latido más en el pulso del cosmos, el beso del viento que transforma la esencia en algo nuevo, inmortal en su impermanencia.
- Autor: Jessaim Malave (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de septiembre de 2024 a las 18:02
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Pilar Luna, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z.
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