Le añado a la vida mi desdén,
no querer saber nada del santo querer,
no quiero saber nada del amor,
déjenme ser cotidiana,
olvidarme de todo en la alborada.
Un día cualquiera,
conocí esos ojos,
cambiantes como caleidoscopio,
profundos como el cielo más precioso.
No sé qué pensaría,
quizás vergüenza,
quizás risa,
mas no dijo ni una palabrita.
Me prestaría atención más de lo habitual,
yo no me habría de fijar,
cuénteme, joven con ojos color cielo,
¿Qué pasa por su cerebro?
¿Qué habré de contarle?,
¿Por qué he de gustarle?,
¿Por qué ha de pensarme?,
No quiera idealizarme.
Sol.
- Autor: Sol. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de septiembre de 2024 a las 02:17
- Categoría: Carta
- Lecturas: 51
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Francois Sand, jvnavarro, Lualpri, Mauro Enrique Lopez Z., Pilar Luna, alicia perez hernandez, Ricardo Castillo., Gonzalo Márquez Pedregal, Sergio Alejandro Cortéz
Comentarios1
VERSOS INMESAMENTE PRECIOSOS
CON MILES DE INTERROGANTES SIN RESPUESTA.
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