Túmulos de espíritus malignos

jorge enrique mantilla

Túmulos de espíritus malignos

 Cuenta la historia entre mitos y leyendas de aquellas lejanas antigüedades

De espantos, de miedos, de sombras siniestras en las oscuridades

 Que una noche oscura de relámpagos, de truenos, de fríos y soledades

 Iban unos borrachos parranderos, vagabundos y mujeriegos, de regreso a sus comunidades

 Bajan por el camino entre piedras a la quebrada de los espantos, gritando sus felicidades

De tumbo en tumbo, abrazados estrechando de andariegos, sus acaloradas amistades

Y se acercaban a los túmulos, de los nichos de las sepulturas de seres malvados, que una vez fueron majestades

De pronto y a lo lejos se escucharon unos gritos lastimeros de ultratumba en la estancia de sus profundidades

Se estremecía la tierra y se abrieron las bóvedas de sus sepulturas, dando paso a tenebrosos fantasmas, amenazando con sus horribles crueldades

Y empezaron a salir los escalofriantes tumularios, demonios malditos, acechando con lenguas de fuego sus crueles maldades

Tierra abonada de encantos, de misterios, de fantasmas, que aterrorizan de miedos y espantos a las vecindades

Se oían coros de voces horribles, de quejidos del más allá de la muerte, que hielan la sangre con sus atroces barbaridades

Salían envueltos en túnicas negras, mortajas hediondas y apestosas, esparciendo sus desagradables olores en las inmensidades

Eran los espíritus malignos, caídos en desgracia y azotados con las fuerzas de sus brutalidades

Torturados y martirizados por el verdugo maligno del averno, con sus lenguas de fuego en sus espeluznantes ferocidades

Criaturas tenebrosas, fantasmales y terroríficas, buscando un espacio de descanso en el laberinto de sus infinidades

Los parranderos, mujeriegos, vagabundos y andariegos, quedaron petrificados en sus mentes y en sus movimientos

Al ver con sus ojos toteados a esos esqueletos nauseabundos andantes, que les quitó el habla, desvaneciéndose en sus alientos

Los seres malignos espectrales los atacaron con fuerza y alevosía, de soberbia y rencor, con actos crueles violentos

Con lanzas de fuego al rojo vivo, atravesaron sus entrañas con fuerza y brutalidad, derramando sus sangres y sus vidas y el dolor de sus sufrimientos

Los muertos vivientes de espíritus malvados, arrastraron los cuerpos sangrantes de los parranderos hasta las cavernas de sus sepulturas y al interior de sus aposentos

Y se cerraron las sepulturas con un crujido y una voz de ultratumba lastimero y el hedor endemoniado de sus criptas y sus feroces campamentos

Arreció la lluvia con fuertes vientos huracanados y el eco se perdió languideciendo el sufrimiento de los mortales y sus lamentos

Creció a borbotones la quebrada de los espantos, llevándose de los parranderos y vagabundos, el pecado y la confesión de sus arrepentimientos

Con el paso del tiempo creció allí un jardín florecido en honor a aquellas almas de la naturaleza en sus ofrecimientos

No quedó ni el rastro, ni las huellas, ni las sombras siniestras, ni las penumbras de sus encantamientos

Leyendas de las antigüedades, de tierras de sombras, de miedos y espantos, embrujadas, que estremecen el alma en sus desvanecimientos

Tierra de demonios, de tumularios, de muertos vivientes, de sangres derramadas, de tumbas y sarcófagos, que hielan y estremecen el cuerpo en sus desfallecimientos.

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga octubre 01-2024

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