A veces, me encuentro abriéndome camino, como quien intenta descubrir las grietas que separan tus mundos.

Milber Fuentes

Sabe el alma del regreso,
del reencuentro con tu risa,
con el tacto que calla distancias,
con la cercanía de tu boca,
esa boca que, húmeda,
se abre como un jardín secreto
cuando me invitas a ser en ella.
Amo tus labios cuando buscan los míos,
en ese instante donde el mundo se repliega
y solo quedamos nosotros,
como dos líneas en el borde de un poema,
esperando encontrarse.
Extraño el tacto inexplorado
de toda tu piel,
presentarme ante tus senos
y dejar en ellos secretos de mi lengua,
como si el deseo hablara en murmullos,
lamiendo la gloria que en tu pecho despierta,
mientras el tiempo se suspende
y me consumo en pensar en ti.
Tus caderas, el territorio donde juego,
separándolas con la ternura de quien busca,
una y otra vez,
el centro de todo deseo,
imaginando estar entre ellas,
una y otra vez,
como un navegante
que encuentra su norte en la suavidad de tu piel.

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