Nunca olvidaré a mi hermana, la Tierra, que ha sido mi hogar y mi refugio. Su carne y mi sangre son la savia que nutre el árbol del cielo.
Mi consuelo serán las lágrimas del infinito, danzando conmigo en su lluvia.
Aquellos que conozcan mi verdadero nombre serán solo las hojas del mundo, arrastradas por el viento. ¿Y quién necesita la calidez de los abrazos cuando el sol nos cuida e ilumina nuestro camino?
Transformaré el dolor del cuerpo en una viña, y su fruto será recogido en el lagar. Así, para cuando beba del vino, lo acompañaré con un cántico sagrado. Solo así podré esperar el soplo de mi espíritu hacia tu reencuentro.
- Autor: SusanaS ( Offline)
- Publicado: 4 de octubre de 2024 a las 04:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: La Bruja Irreverente, Lualpri, Antonio Pais, Mauro Enrique Lopez Z., Sergio Alejandro Cortéz, EmilianoDR, Raül Bernadas, ElidethAbreu, racsonando, Classman, Jaime Correa, alicia perez hernandez
Comentarios3
Bello y sutilmente profundo!
Gracias por compartirlo.
Buen finde! 🌸
Muchas gracias SusanaS por tu poema que he tenido el privilegio de leer.
Saludos cordiales.
Despedida triste con punto de esperanza
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