No percibo ni lluvia ni viento,
ni el rugir del trueno cuando llega,
porque el barco que en mi alma navega
ha perdido su rumbo. Y mi aliento,
no domina su timón de brega.
Déjame llorando, madre,
aquí en la orilla del río,
y que mi llanto taladre
el muro de este amor frío,
que el flujo, arrastre mi llanto.
Que el llanto horade montañas
y llegue a tierras extrañas
como el eco de un gran canto,
que junto al agua, sentada,
podré lavar esta pena.
Yo seré, esa magdalena
de una pasión anunciada.
Madre, déjame llorando
aquí, donde nadie vea
este clavel, que sangrando,
cubre mis ojos de brea.
- Autor: El (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de octubre de 2024 a las 07:33
- Categoría: Amor
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, ElidethAbreu, Sergio Alejandro Cortéz, La Bruja Irreverente, Mauro Enrique Lopez Z., Llaneza, Pilar Luna, Ricardo Castillo.
Comentarios1
Poeta Elias, gracias por sus letras y el cierre de este poema es cautivante.
Abrazos.
ElidethAbreu, muchas gracias por tu comentario. Yo me alegro de que te haya gustado y te mando un gran abrazo.
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