El orgullo viene antes de estrellarse, y la arrogancia, antes de caer (Prov. 16:18).

Yeshuapoemario

 

 

En los albores de su reinado, joven y prudente,

Salomón buscó guía de Jehová en su mente,

reconociendo su inexperiencia y juventud,

pidió sabiduría, justicia y virtud.

 

Con humildad se postró ante la divinidad,

solicitando discernimiento y perspicacia,

para gobernar un reino de vasta extensión,

con justicia, amor y compasión.

 

Más el tiempo, ese juez implacable y severo,

transformó al rey, su corazón primero,

de sabio y justo pasó a desviado,

por el orgullo y el poder, fue cegado.

 

Olvidó las leyes que debía honrar,

y las advertencias que debía acatar,

multiplicó esposas, riquezas y poder,

sin ver que su alma empezaba a perecer.

 

El mandato divino era claro y conciso,

"no acumules esposas, mantén tu juicio",

pero Salomón, en su soberbia envuelto,

ignoró el consejo, su corazón ya muerto.

 

Con setecientas esposas y trescientas más,

su corazón se extravió, no pudo regresar,

aquel que fue sabio, en errores cayó,

y las consecuencias, con dolor, enfrentó.

 

La historia de Salomón es un eco eterno,

de cómo el poder puede ser un infierno,

un recordatorio para la humanidad,

de buscar siempre la humildad.

 

Que no nos ciegue la riqueza ni el poder,

que recordemos siempre nuestro deber,

de ser justos, humildes y verdaderos,

para no caer en los mismos agujeros.

 

Así, la vida de Salomón nos enseña,

que la sabiduría y la humildad se empeña,

en guiarnos por  camino de luz,

lejos del orgullo, llenos de la gratitud.

 

 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 6 de octubre de 2024 a las 04:20
  • Comentario del autor sobre el poema: El orgullo viene antes de estrellarse, y la arrogancia, antes de caer (Prov. 16:18). Mientras Salomón fue un buen siervo de Jehová, tuvo un punto de vista equilibrado de sí mismo. En una ocasión, cuando era joven y llevaba poco tiempo en el trono, reconoció sus limitaciones y le pidió a Jehová que lo guiara (1 Rey. 3:7-9). Además, fue consciente del peligro de convertirse en una persona orgullosa. Lamentablemente, con el tiempo olvidó sus sabias palabras. Cuando ya llevaba unos años reinando, se hizo orgulloso y empezó a pasar por alto las normas de Dios. Por ejemplo, la Ley incluía este mandato para los reyes hebreos: “Tampoco debe tener muchas esposas, para que su corazón no se desvíe” (Deut. 17:17). Salomón desobedeció esta ley y tuvo 700 esposas y 300 concubinas (1 Rey. 11:1-3). Quizás pensó que tenía todo bajo control. Con el tiempo sufrió las consecuencias de alejarse de Jehová (1 Rey. 11:9-13). w22.05 23 párr. 12
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 28
  • Usuarios favoritos de este poema: Yeshuapoemario, Mauro Enrique Lopez Z., Sergio Alejandro Cortéz
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