La oscuridad se desliza,
silenciosa y sin remedio,
como un río que se extiende
por los márgenes del cielo.
Envuelve todo a su paso,
borrando formas y nombres,
es un manto sin final
donde el eco no responde.
No hay estrellas, no hay senderos,
solo sombras entre sombras,
y en su abrazo frío y negro
el alma lentamente llora.
Cada paso se diluye
en un vacío profundo,
y el corazón ya no sabe
si pertenece a este mundo.
Pero en el centro del miedo,
en el hueco más oculto,
late algo que, aunque apagado,
aún se aferra a un susurro.
Porque en la más densa sombra,
en la tiniebla infinita,
es donde el alma desnuda
reconoce su propia vida.
La oscuridad, en este poema, refleja ese estado de desconexión y pérdida, pero también la idea de que, en el fondo de la sombra, hay una chispa oculta. ¿Qué sientes cuando piensas en la oscuridad?
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