Clamor mortal al vehemente de Clei,
lugarteniente de las mentiras,
soldado de la verdad, es su falacia
hechizante como si Audrey Hepburn
te cortejará; un sentir salvaje de
deseos que perdura hasta la presencia de la verdad.
Señero exclusivo en el parangón de la hipocresía,
justificando la evidencia con versos al aire,
malditos actos hacia tu avanzada legión de inconscientes,
deteriorando la certeza con escrúpulos y zozobra,
desprestigiando al Cristo por el obsequio de Balban.
Inmaculados los hedonés que danzan al compás del destino,
testificando la dulzura literaria, eludiendo el juicio del
caminante de Balam, pregonando el nuevo clarecer por
voluntad e ufanía, escoltando las mártires flores azules
que un día fueron encantos puros.
Desventura traviesa, agonía que se extiende con cada diástole,
las deidades absuelven mientras los marchitos te condenan al Fáralis,
Dios ha dejado de escribir tu crónica, remate complaciente, bienvenida
del alcázar báratro, este es tu fin y, mientras la tierra se burla
de tú gorgojeo, la muchedumbre berreen en tu sangre.
- Autor: 11. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de octubre de 2024 a las 23:06
- Categoría: Perdón
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Sergio Alejandro Cortéz, Josué Gutiérrez Jaldin, Antonio Pais, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z., Pilar Luna
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