La ciudad del fin mundo - relato breve

Jaime Correa

La capital parece desierta, sus calles tristes, sus construcciones antiguas que hablan de tiempos mejores, ahora son una selva de cemento donde el smog nos ahoga. 

Quisiera ver el entusiasmo y la alegría  de su gente, con niños jugando en las plazas y parques,  disfrutando del entorno. Lentamente, el sol, se esconde entre los enormes edificios como gigantes inmóviles, imponentes de gran altura, con diseños muy simples. Esta ciudad se ha vuelto fría y sin vida. Los mendigos en las calles van mostrando su miseria y pobreza. Observo el Palacio de la Moneda que emerge con su arquitectura grandiosa. Mis sueños de niño renacen en versos. 

Un hombre de cara triste  camina sin rumbo con la mirada perdida en el infinito, vestido de andrajos, los cabellos en desorden y el dolor en el alma. Busca aquel tiempo perdido y frente al Palacio, de improviso, de su abrigo saca una botella con combustible, se rocía el cuerpo y enciende un fósforo. Las llamas le envuelven y los guardias de Palacio corren a su auxilio con un extintor, mientras ellos Intentan apagarlo el grita:"No soy un delincuente, me quitaron mi casa". Se desmaya. 

La gente observa el drama y los gritos del infeliz. Llega a mis oídos el sonido de una sirena, es la ambulancia que se aproxima. El hombre ha quedado con quemaduras graves e inconsciente, ignoro si vivirá, porque como es indigente, su atención en la posta será mínima y nadie velara por sus derechos. 

Es la desesperación de la gente humilde, el drama de tantas familias agobiadas por las deudas, a solo un paso de la extrema pobreza. Debido a la crisis económica , personas esforzadas y trabajadoras, que no han podido pagar sus prestamos, se ven embargadas por los bancos, como lo han perdido todo, después de años de trabajo, en un intento desesperado hacen este tipo de locuras para conseguir ayuda de las autoridades.


Jaime Correa
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