EL ORGULLO Y LA DECEPCIÓN

El Corbán



Amó con un alma completa y rendida,

bordando sus días con luz maternal,

tejió con esmero la esencia de vida,

soñando en su hijo su bien terrenal.

 

Fue él, su alegría, su cielo anhelado,

la risa que ahuyenta la sombra y dolor,

el niño que un día tuvo a su lado,

creciendo en sus brazos, bañando en amor.

 

Se hizo su orgullo, su flor más preciada,

la cima dorada de todo su afán;

el joven que siempre, en cada jornada,

le hizo creer que la dicha es real.

 

Pero el viento cambió, con cruel abandono,

y el hijo que tanto solía brillar,

clavó en su pecho el más hondo encono,

dejando a su madre llorar sin cesar.

 

Ya no hubo palabras de dulce alegría,

ni manos que fueran su puerto y sostén,

pues quien fue su estrella, su noche encendía

con sombras de un fallo que quiebra la fe.

 

“Oh hijo infeliz, que fuiste mi vida,

¿por qué tu promesa quebraste al final?

Tú eras mi todo, la causa encendida,

y hoy eres la herida más fría y mortal”

 

Y aunque en mis ojos habite el tormento,

mi amor no se apaga, ni muere jamás;

pues madre soy, presa de un sentimiento

que duele, perdona, y no puede olvidar.

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