Estrofa al aire.

A. García

Por cada rayo de sol
ella sentía sus hilos calentando su piel.
Como la obra de un tejedor experto,
las ondas de luz se mezclaban y tendían un abrigo caluroso.
Su cuerpo al mundo era el lienzo,
así como todo lo demás,
en las que Dios hacía su tejido,
y posaba sus obras.

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