La inspiración en tiempos modernos

Augusto Fleid

Llueve Rimbaud  

versos de luna quebrada  

en colores del ocaso,  

la realidad de Sábato  

se teje en sombras,  

jaulas de palabras  

sin ecos, sin luces,  

en la herida del alba,  

en su lamento silente.  

 

 

Pablo se convierte en río  

y sus aguas, susurros,  

se deslizan por desfiladeros  

de contradicciones ocultas.

 

 

En los laberintos de Cortázar  

no hay finales cerrados,  

solo espejos quebrados,  

y los mundos se desvanecen  

mientras parpadea  

la chispa  

del sueño en la bruma.

 

 

Y de repente,  

en medio del caos sereno,  

un universo invisible  

se forma, busca su voz,  

pide un eco prestado,  

y brota un horizonte dorado  

de pétalos de magnolia  

desprendiéndose del cielo  

y fundiéndose  

en un abrazo  

con las raíces  

de los sueños,  

firmemente anclados  

en la tierra de lo eterno,  

bajo el griterío  

de millones de almas  

que rompen la penumbra  

del espacio,  

viajando a la velocidad del viento  

desde el corazón del sol  

y cayendo a la Tierra  

en forma de susurros  

de luz.

 

 

Y se enciende una chispa,  

una llama,  

la fogata;  

en el alma.  

Y hay calidez,  

hay renacimiento,  

aunque no estés,  

hay brillo,  

amanecer;  

plumas,  

ecos,  

cantores,  

cielo,  

luz  

y magnolia.

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