Soy testigo de la soledad,
un eco en el vacío,
donde antes había piel y músculo,
ahora solo hay un espacio expuesto,
un abismo que remiendo en silencio,
con hilo grueso de mis días perdidos,
cada puntada es un susurro,
una costura delicada que duele,
curarse a sí mismo es un arte cruel.
Estas manos, grandes y desgastadas,
sostienen lo único que poseen:
coraje, un peso,
un refugio en la penumbra,
las heridas cerradas,
con el tiempo, se llenan de mí,
sus sombras son mi esencia,
un testamento de lucha y renacimiento.
- Autor: Milber Fuentes ( Offline)
- Publicado: 18 de octubre de 2024 a las 18:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Milber Fuentes, Antonio Pais, LaBrujaIrreverente, Augusto Fleid
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