El cansancio me consume, me deshidrata, me desnutre.
A veces caigo, me levanto, me sacudo; al dar un paso mis pies sucumben.
Estoy observando desde el monte de la desgracia, en la cumbre.
Una sensación oscura, me sonríe una figura extraña, lúgubre.
No entiendo qué me pasa; abro mis alas y vuelo, en lo alto, mi reflejo en el espejo opacado.
Elevo la vista para mirar el cielo; no veo nada, mis ojos se empañan.
Me persigue algo, no lo sé, no entiendo, pero lo siento, ¿serán mis fantasmas?
Mi piel se descama, no me duelen pero me arden; parezco un pez fuera del agua.
Me invade la nostalgia, veo mi consuelo, se aleja, se distancia.
Me perturba mi deseo, me congela, son simples escarchas.
Mudo me quedo, mi conciencia no me dice nada, no se dirige a mí, no me habla.
La inseguridad me asecha, la desconfianza me atrapa, no me suelta, me condena.
Todo me parece ilógico, sin sentido, ando distraído, pensativo, por dentro estoy totalmente destruido, ¡ahora lo comprendo!.
- Autor: EMBAR (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 19 de octubre de 2024 a las 00:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: Josué Gutiérrez Jaldin, Antonio Pais, Augusto Fleid, Mauro Enrique Lopez Z., Pilar Luna
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