La Desalmada

Carlos Estrada Monteagudo



Márchate -me susurró-
vete ya y huye de mí
porque soy mujer de muchos,
pecadora inconfesable
y solo ofrezco placer y desamor.

Sálvate -me sugirió-
vete aprisa, escapa ya
porque puede hacerte daño
la desnudez de mi cuerpo.
No es de sabios confundir pasión y amor.

Vete, escupe el veneno letal
que en tu boca mi lengua dejó.
Anda y lava tu piel inocente,
no lleves contigo mi impúdico olor.
Vete, olvida mi nombre fatal,
ni un reproche me deje tu adiós.
Mi lujuria es la de hembra insaciable,
mi vientre es hoguera, soy fuego y fulgor.

Cuídate -me suplicó-
vive y no mires atrás
que no vuelve a ser follaje
la hojarasca que ha caído
y que el viento arremolina en derredor.

Sé feliz -me aconsejó-
queda tiempo para ti.
Disculpa, para mí es tarde
pues en mi pecho de abismos
yerto está un corazón muerto y sin valor.

Y si acaso no puedes borrar
de tu mente, mi aliento y mi voz,
no te enfades si no supe amarte;
tu amante sin alma te evita un dolor.
Y si un día me ves al pasar
solo evoca esta noche de dos
y a esta loca, andariega y distante,
desde tus recuerdos, no guardes rencor.

  • Autor: Carlos Estrada Monteagudo (Online Online)
  • Publicado: 19 de octubre de 2024 a las 03:53
  • Comentario del autor sobre el poema: Este poema exhibe una estructura híbrida en la que se alternan estrofas de 5 y 8 versos, se mezclan octosílabos, decasílabos y dodecasílabos en un esquema repetitivo y se emplean asonancias y versos blancos. La composición explora el tan antiguo tema del amor no correspondido, la importancia de saber distinguir el verdadero amor del mero placer sexual y el valor inestimable de la honestidad en las relaciones entre amantes ocasionales.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 2
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