Es extraño pensar,
que hace años, cuando el abismo me llamaba,
en mi mente rondaba el deseo de acabar,
y ahora que en calma transcurro mis días,
con sueños que florecen,
mi vida sigue un rumbo que antes no veía,
pero en sus ojos, la sombra se espesa.
Mi padre, guerrero incansable,
cuatro años luchando contra algo oscuro,
una sombra que se enreda en su cuerpo,
una batalla silenciosa, implacable,
y aunque hemos vencido tormentas imposibles,
el cansancio pesa en su alma, como si la vida misma lo retara.
Mi madre, siempre firme, ahora titubea,
parece haber perdido la luz
que antes guiaba nuestros pasos,
y juntos, ellos caen en un vacío
que no sé cómo llenar.
Es difícil seguir, cuando el corazón se aprieta,
cuando lo que antes brillaba,
ahora es niebla densa,
y la esperanza que me sostiene
parece no alcanzarlos.
Siento un vacío, profundo,
una ausencia que no sé nombrar,
porque en sus ojos, en sus almas,
hay un deseo de partir, de no luchar más,
y aunque yo sigo firme,
sus sombras empañan mi paz.
¿Cómo se cura el corazón,
cuando quienes te dieron la vida
se cansan de vivirla?
¿Cómo seguir soñando,
cuando el miedo a perderlos
aplasta cualquier certeza?
Pero aquí estoy,
con el alma herida,
tratando de sostenerme
y de sostenerlos,
mientras en mi pecho
aún late una esperanza frágil,
de que algún día
ellos también quieran quedarse.
Comentarios1
Que decirte , no sé, pero ya sabes agarrate a la esperanza , eso es lo que nos hace continuar , animo y fuerza
Saludos
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