PENÚLTIMA REMEMBRANZA

Gustavo Martinez Deschamps

Mi corazón tunante y sus viarazas, al escupir los fuegos con que se coronan estas góndolas de sueños de papel… y en su hambre de asaltar a tus ánforas de carne, directo a sucumbir, mirando el cielo y, entre verdín y el canal del gris anden.


Oh muchacha, el tiempo de la canícula no sofocó a nuestros querubes, ya lo se.
En fin… 


Ahora queda nuestro imperio de lo puerco y lo sublime por vestigio, y aquel brillo que inmarcesible creí, de ti, inverosímil… ya dejé de acariciar.

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