Mi corazón tunante y sus viarazas, al escupir los fuegos con que se coronan estas góndolas de sueños de papel… y en su hambre de asaltar a tus ánforas de carne, directo a sucumbir, mirando el cielo y, entre verdín y el canal del gris anden.
Oh muchacha, el tiempo de la canícula no sofocó a nuestros querubes, ya lo se.
En fin…
Ahora queda nuestro imperio de lo puerco y lo sublime por vestigio, y aquel brillo que inmarcesible creí, de ti, inverosímil… ya dejé de acariciar.
- Autor: Martinez Deschamps (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de octubre de 2024 a las 01:52
- Comentario del autor sobre el poema: 20 de mayo de 2022
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 24
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Augusto Fleid
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.