Sean cautelosos como serpientes, pero también inocentes como palomas (Mat. 10:16).

Yeshuapoemario

 

En la senda de la verdad, con paso firme y sin vacilar,

los apóstoles marcharon, su fe no pudieron callar.

Con valentía en el corazón y la palabra como espada,

predicaron con fervor, su misión no fue bloqueada.

 

A pesar de la oposición, su alegría no se apagó,

pues sabían que su labor, a Jehová mismo agradó.

En la adversidad encontraron una paz sin igual,

la paz que solo viene del celestial.

 

En tiempos de restricción, con prudencia han de actuar,

más su mensaje salvador, no dejan de proclamar.

Es un esfuerzo sin tregua, una lucha sin cesar,

pero la recompensa divina, nadie les podrá quitar.

 

La paz de Jehová, en la tormenta, es faro y es guía,

en la incertidumbre, es la roca donde el alma confía.

En epidemias y urgencias, en la persecución,

es la paz de Jehová la que ofrece salvación.

 

Aferrados a la fe, a la esperanza de lo eterno,

miran hacia el futuro, con un anhelo tierno.

El Dios de la paz promete, y su palabra es fiel,

estar con los suyos, en cada amanecer.

 

Así, en la senda de la verdad, con amor y con pasión,

siguen predicando, cumpliendo su misión.

Porque saben que al final, lo que realmente importará,

es haber sido fieles, y en la verdad, siempre caminar.

 

 

  • Autor: Yeshuapoemario (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de octubre de 2024 a las 07:22
  • Comentario del autor sobre el poema: Sean cautelosos como serpientes, pero también inocentes como palomas (Mat. 10:16). Predicar y enseñar la verdad a pesar de la oposición nos llena de alegría y paz. En el siglo primero, cuando las autoridades judías les ordenaron a los apóstoles que dejaran de predicar, ellos fueron fieles y obedecieron a Dios. Siguieron predicando, y se sintieron felices (Hech. 5:27-29, 41, 42). Claro, cuando nuestra obra está restringida, debemos predicar con prudencia. Si nos esforzamos al máximo, sentiremos la paz que produce hacer feliz a Jehová y llevarles a otros un mensaje salvavidas. Tengamos la seguridad de que hasta en los momentos más difíciles podemos sentir paz. En esos momentos, debemos tener presente que la paz que necesitamos es la paz que solo Jehová nos puede dar. Confiemos en él cuando afrontemos brotes epidémicos, situaciones de emergencia o persecución. Aferrémonos a su organización y pensemos en el maravilloso futuro que él nos promete. Si lo hacemos, “el Dios de la paz” estará con nosotros (Filip. 4:9). w22.12 21 párrs. 17, 18.
  • Categoría: Religioso
  • Lecturas: 17
  • Usuarios favoritos de este poema: Augusto Fleid, Josué Gutiérrez Jaldin, Mauro Enrique Lopez Z.
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