Solo hay un sol

En la vida solo se encuentra un sol, uno que lo vale todo,

un sol al que siempre quieres ver brillar,
aunque tú seas la luna, siempre cambiante,
con fases inciertas, con sombras que ocultan.

Yo perdí mi sol,
y me quedé sin su luz,
tonto yo, que no supe dejarlo resplandecer,
que permití que mis noches lo apagaran,
que dejé que mi cara oscura lo eclipsara.

Ese sol merecía cielos mejores,
firmamentos amplios, despejados,
un lugar donde su fulgor no encontrara fin,
donde la niebla de mis dudas no cubriera su brillo,
donde el resplandor fuera eterno, incansable.

Cuando estaba completo, yo era hermoso,
una luna llena bañada por su luz,
pero no siempre podía mantener esa forma,
y poco a poco, mi lado oscuro emergía,
hasta esconderme del todo.

Hoy ya no tengo mi sol,
y mis noches son más largas, más frías,
qué tonto fui, luna incapaz de entender,
que no se apaga al sol para calmar las sombras,
que no se oculta su luz para proteger la oscuridad.

Ahora mi sol ha partido,
y yo me quedo con mis fases cambiantes,
brillante a veces, distante siempre,
pero ya sin el calor que me daba vida,
sin el sol que me hacía brillar.

Solo hay un sol,
y yo, pobre luna, no supe cuidarlo.