No hay remedio en lo que un día hice,
pues lo hecho siempre permanece:
En los corazones grises.
Un día yerras, ya sin retroceso,
solo queda el arrepentimiento
de la cual eres preso;
en un cruel sentimiento.
Te diriges a un sendero,
donde no pasar debieras,
das tantos pasos, por entre laderas
y luego aquí, yacente del lamento
anhelas, nunca el recorrido
y que el ayer regrese,
triste de ser herido
para así de otra forma
dejar un corazón entristecido
y lágrimas que brotan.
Sé feliz, aunque no sea conmigo,
le dices mientras desvaneces,
y haces que en la desdicha, donde crecen
estos sentimientos que has tenido
en la desesperanza,
por la que hacen de uno: desvanecerse.
Solo queda el adiós, que prevalece
y unas lágrimas que se evaporan,
y un corazón roto, que llora,
y el vacío de un todo
que de cualquier modo
hacen del amor, un profundo vacío.
He aquí las últimas palabras
que emanan de mis labios secos
que tienen sed de ti:
Mi corazón es tuyo,
mas el tuyo ya no es mío;
así entre lágrimas me diluyo
por esta despedida,
y mi partida
de esta vida,
y un adiós, sin retroceso,
y un adiós, sin que nada pueda hacer,
y un adiós, un gélido adiós,
un triste adiós…
- Autor: poechicero (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de octubre de 2024 a las 20:46
- Categoría: Triste
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Marco Gutierrez Jaldin, Annabeth Aparicio, Augusto Fleid, Mauro Enrique Lopez Z.
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