Rodaba la pelota bajo el sol dorado,
con su lomo de cuero ya desgastado,
no le gustaba el brusco pie que la lanzaba,
cada golpe era un eco que la desgarraba.
Soñaba con reposar en campos tranquilos,
donde el viento susurrara entre los hilos,
pero siempre venía un niño o un guerrero,
y de un puntapié la arrojaban al sendero.
Hasta que un día llegó un toque sutil,
tan suave, tan perfecto, casi febril,
era un pie que danzaba, con arte y destreza,
y la pelota sintió por fin la belleza.
Giró en el aire como nunca antes,
flotó en la brisa con movimientos elegantes,
y aunque temía el final de aquel vuelo,
cuando llegó al gol, se elevó hasta el cielo.
La euforia la abrazó como un torrente,
ya no importaba el dolor ni el cruel presente,
pues en el eco del grito triunfal y ardiente,
la pelota encontró su júbilo latente.
- Autor: El Corbán (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de octubre de 2024 a las 17:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Marco Gutierrez Jaldin, Augusto Fleid, Lucía Gómez, Antero, Mauro Enrique Lopez Z.
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