El Banco de Encina

Carlos Estrada Monteagudo



“Es tan corto el amor y es tan largo el olvido”
                                                                                                Pablo Neruda

El Banco de Encina

Atardece y majestuoso
se esfuma junio de prisa
y engalana al firmamento
su fastuosa luz cobriza.
El astro rey se ha fugado
y en recóndita guarida,
del otro lado del mundo
vive así su doble vida.

Se fue cauto y silencioso
y en su sigilosa huida,
lágrimas dejó en mis ojos,
doradas, púrpuras, lilas.
Y a la par de mi tristeza
trocada en melancolía,
gimiendo en su oscuro duelo
llora esta tarde plomiza.

Tú y yo aquí en el mismo parque
y el mismo banco de encina
somos ya otros personajes
en circunstancias distintas.
Casi diez años pasaron
de la escena de aquel día
cuando, audaz y apasionado,
te robé un beso a hurtadillas.

Fui aquí dueño de tus manos,
de tus labios, de tu risa,
de tus ojos de insondables
y abismales negras simas.
Y en este, nuestro escondrijo
de embeleso y tanta dicha,
hoy nos hemos encontrado
y ha de ser la última cita.

Espejos rotos al suelo
lanzó la fugaz llovizna,
se oye el eco de un silbato
de un tren en la lejanía.
Y el flamboyán vanidoso,
despeinado por la brisa,
de perfumados mosaicos
rojizos, vistió la esquina.

Me has citado y tu mirada
me habla sola por sí misma.
Se te nota, te has hastiado
y estás aquí, decidida
a romper con nuestros lazos,
a irte lejos de mi orilla
y hacer añicos los sueños
de un corazón hecho trizas.

Vuelan tus frases al viento
y en mi angustia desmedida
te oigo decir que se ha muerto
aquel idilio y que ansías
saberte libre y distante,
cruzar fronteras prohibidas
pues ya no me amas y el tiempo
trastocó lo que sentías.

Que prefieres que te entienda,
que no quieres más mentiras,
que acepte al fin tus razones,
que no rasguñe mi herida,
que la ilusión se ha esfumado
y ha anidado la rutina,
que he de hallar un nuevo empeño
y olvidarte a sangre fría.

No alcanzo a decir palabra
y aunque está mi frente altiva
percibo un río salado
serpenteando en mis mejillas.
Y procuro contenerme
porque el momento amerita
de fortaleza y sosiego,
de calma y de gallardía.

Te oigo hablar, mas, no te escucho,
mi atención vaga perdida
en mis memorias de antaño
y en detalles de aquel día.
Reconozco este enlosado,
me trajo el eco de prisas
la mañana en que tus pasos
te acercaron a mi vida.

Me pregunto si recuerdas
que la madera pulida
y pintada de este banco
tiene huellas escondidas:
par de nombres enlazados
que una navaja furtiva,
en un corazón flechado,
grabó por siempre en la encina.

Llevabas traje entallado
y un cinturón con hebilla,
zapatos de cuero negro
y carmesí en tu sonrisa.
Llegaste ante mí flotando,
mariposa toda henchida
de ternura, aquel domingo
rebosante de alegría.

Y aquel ángel de la fuente
regalaba agua bendita
y un sinsonte en los arbustos
su trino de oro ofrecía
y al fin, mis manos volaron
a las tuyas, florecidas
y así llegó el primer beso
y así perdí el alma mía.

Tu voz sigue enumerando
tus motivos todavía
y te frustra mi silencio.
Quizás tú preferirías
que te cubriera en reproches,
que explicaciones tardías
te exigiera, desde el pecho,
mi mutismo en su agonía.

Pero siento que fenezco,
que en arenas movedizas
se ahogan, mudos, mis anhelos
y mi fe se hunde, vencida.
Callo en mi adiós y perplejo
beso tu frente querida,
tu rostro amado contemplo
y te guardo en mis retinas.

Y al final, trémulo, estrecho
tu mano en mi despedida
y a paso lento me alejo
y me pierdo en la avenida.
Y no sé por qué sospecho
que, a solas tras mi partida,
rogará tu Amor deshecho
perdón al banco de encina.

Carlos Estrada Monteagudo

"No me busques antes del Alfa ni después del Omega
pues solo existo en algún punto intermedio
que es el Edén florido de tu Amor"
 
Textos incluidos en poemario "Remembranzas Añejas"
Obra registrada, publicada y con derechos de autor
Registration Number: TXu-2-310-000
Todos los derechos reservados
Copyright © 2022
  • Autor: Carlos Estrada Monteagudo (Offline Offline)
  • Publicado: 31 de octubre de 2024 a las 01:22
  • Comentario del autor sobre el poema: Este poema narrativo está edificado sobre un andamiaje de 16 estrofas octavas isométricas de arte menor siendo una composición donde se tiene en cuenta la medida octosilábica de los versos, el empleo de asonancias y consonancias y una específica distribución de los acentos rítmicos para conseguir una cadencia deliberada. El "yo lírico" medita, hundido en profunda pena y abrumado por recuerdos de tiempos lejanos. Lo ha herido la daga filosa del desamor y ve morir un sentimiento que creía inmortal pero que ya no existe más en quien le abandona. Se sabe perdido y una gran desolación nubla su sentido de la realidad y le hace enmudecer y en tal situación dolorosa solo atina a rememorar la gloria de un pasado que se ha ido y no ha de volver nunca jamás.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 25
  • Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Josué Gutiérrez Jaldin, Sergio Alejandro Cortéz, Augusto Fleid, Mauro Enrique Lopez Z., Eduardo Rolon, María C., Pilar Luna
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Comentarios +

Comentarios2

  • xlenyer

    Me encanto el sentido de la frase de la doble vida, en cierto modo, no es que luz haya muerto, es sólo que el contraste nos hace entender los caminos y las diferencias.

    • Carlos Estrada Monteagudo

      Saludos Poeta!
      Esa es una interesante interpretación de mis versos. La luz del astro rey simboliza la plenitud y armonía del tiempo feliz en que florece nuestro idilio de amor. Pero nada dura para siempre y en algún punto esa luz se aleja y se oculta en un crepúsculo lento y silente que representa el final del amor y la llegada de la desesperanza y del hondo duelo que sigue al desamor. El sol vive entonces una doble vida, una en que lo adorna todo con su luz y en la que somos felices y amados. Y otra vida en la que nos falta su luz y en la que somos heridos por aquellos que nos abandonan. Gracias por su aporte en mi sitio poético. Buenas noches.

    • María C.

      Oh me ha gustado conocer tu versar, y me has hecho evocar las tardes de sábado paseado por el parque y sentada con mi amado en un banco mientras nuestra niña daba de comer a los gorrioncillos que saltaban peleándose entre ellos para comer las migajas.
      Un saludo afectuoso.

      • Carlos Estrada Monteagudo

        Pues aunque mi poema describe la desolación tras una ruptura amorosa, me satisface que el entorno y escenario del parque descrito haya servido para que usted evocara esos felices recuerdos de sus seres queridos.
        Saludos y feliz día.

        • María C.

          Si su poema era de desolación pero a mí dentro de mi desolación de no tener a mi chico, mi esposo al lado, tengo el recuerdo hermoso del banco del parque, y lo que ha versado usted me ha hecho pensar en esos días que nunca volverán
          SALUDOS y merci



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