Entre Llantos y Sueños

Mario Gonzales Benito

Hoy es mi cumpleaños,
y me encuentro solo, aquí en mi cuarto,
rodeado de las mismas paredes,
de la misma ropa que compré hace meses,
y del mismo espejo que traje hace dos años.

 

Estoy sentado,
en mi mesa, y tras un momento de silencio,
las lágrimas caen,
no sé si de cansancio o de alguna pena,
no lo sé.

 

No es la primera ni la segunda vez,
es ya la tercera o cuarta vez
que paso lejos de la familia,
en esta soledad.

 

A pesar de todo, sigo de pie,
aunque a veces siento
que las fuerzas me abandonan,
me levanto y sigo.

 

Pienso en mi salud, en mi futuro,
en mis viejitos, en mi familia,
y en ese sueño que llevo dentro,
de alcanzar mis metas
y algún día celebrar como otros,
rodeado de familia y amigos,
con todos juntos.

 

Gracias, vida. Gracias, mamá,
por traerme a este mundo,
por dejarme ver y sentir
la realidad cruda de la vida.

 

Hoy, aquí solo y triste,
pero agradecido por todo,
me encuentro con el anhelo
de celebrar este día como algunos lo hacen,
con risas, con compañía,

 

pero lo mío es diferente,
es único,
es pasar el día en mi soledad.

 

Aun así, sueño.
Sueño con que llegará el momento,
ese momento de celebrar,
aunque el tiempo no será el mismo,
y eso, eso es lo que más me duele:
que el pasado no regresa.

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