Ya llegan los invitados
Todo guarda su particular orden.
Sobre las mesas, aluminio y plástico.
Indicios de un onírico banquete
Aguardan al estómago.
Todo connota pulcritud.
Olores y sabores
Condimentan la escena
Y no son precisamente alimento.
Arriban los dientes
Con su imperio voraz,
Atestiguan la verdad oculta
Entre especias y aliños,
Cómplices de la profanación.
La campana anuncia
El inicio del almuerzo
Los platos dibujan
Un Apocalipsis culinario.
Continúan los invitados
Brindando por la ocasión,
Degustan y disfrutan en su mente
El placer de comerse a sí mismos.
Sin ropas
Sin artificio
Sin condimento.
Sólo la materia,
Susceptible de su ígneo deceso,
Ahora grita arrojada
Sobre los platos vacíos.
Las paredes son testigos,
Los servicios y mesas cómplices
De la agria dulzura
Que sigue al velo del instinto.
Todo connota pulcritud:
Cada trozo en su respectivo plato
Cada utensilio en su respectiva función
Y cada vientre rugiendo
Con la misma intensidad.
Es la miseria digestiva
Lo que se ordena
Como el protocolo de moda
Para bestias formales.
Sobras de un distópico banquete
Descansan ahora
En las entrañas.
Una perdida civilización
Se va nutriendo
De su gastronomía.
Es hora de la once.
- Autor: Salvador Galindo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de noviembre de 2024 a las 18:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Josué Gutiérrez Jaldin, Sergio Alejandro Cortéz, EXO, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Algo de suspenso...
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