Soneto VI Lo sagrado

Eros Corzo Camacho

Amigo poeta, al punto final de este poema le invito a jugar con la mente, al cerrar sus ojos, detenga el tiempo con el poder de su mente, y observe a esa persona que usted tanto adora y tenga la residencia en los cielos del mundo.

 

Toque las costuras de su ser con una suavidad como si de solo aire se tratase o toque su ser como si de un pintor a su mejor obra se tratase, dígale que el amor los abrazará a la eternidad, y de un puño que se hace mano por obra del amor entregarle su mismo corazón.

 

Haga que le hable, converse de su día y lo que logro, sienta un calor imaginario de un abrazo, las almas deben estar extendidas como los mares, y lloren con el final de los labios apuntando hacia el norte, sonriendo.

 

Despídase con el corazón abierto, no sienta el camino del tiempo, pues la duración de la vida si choca contra la eternidad se acorta como si de un segundo se sintiera los años, muy pronto le dará brillo a la sombra de lo sagrado, reencarnación con el alma de diferentes máscaras, pero seguirá siendo la misma alma.  

 

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