Birrete del Tiempo

Ivette Urroz

Me acerco al eje indómito del bien,

recorriendo el perímetro existencial

de la ternura, y el cuerpo desaparece.

Salta una mirada astral hasta lo divino;

el alma pierde sus ojos miopes.

Envuelta al sollozo recamado, el cuchillo era

fiel a lo indiferente, arruga maleable al

birrete de la eternidad.

Atrapo las alhajas del infinito como escamas de vida

inmortal;

me lleva el candil sensorial del tiempo,

asido en la memoria con su pupila de fiebre

axiomática que abanica un querubín.

La puerta de la paz y el veredicto de guerra

se desengañan en la razonada del alba.

Legamos en la epifanía agónica del sueño,

como el firmamento de Van Gogh

donde transito por una hondura intransigente

apoderándose de mi lucidez; los recuerdos

desentrañados en el drama del mundo,

se repite como en una misma escena.

La vida, una pleamar de pasiones, con hilos

carcomidos de tristezas.

Ivette Mendoza Fajardo

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