Soles Pugilísticos

Ivette Urroz

La noche encefálica aprieta las almohadas

del silencio interrogativo,

que indaga dónde yacen las calles

de la muerte.

 

Bajo la madreperla insomne de la meteorología,

una lluvia se goza y se enreda,

bailando sus hastíos.

 

La tarde se desploma, nerviosa como goleta,

y ya nada se puede evitar:

las aguas exudan dolores

cada vez

que un pez somnoliento las hiere.

 

Una lágrima se ahoga

en corrosivas polisemias,

en soles pugilísticos

y leyendas de verbos sangrantes.

 

¿Quién sutura mis heridas,

las que abrió el golpe vanidoso de un sánscrito

requiebro?

Ivette Mendoza Fajardo

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