Padre Celestial,
dejame ser un tronco a la deriva, en la corriente del río de la vida.
Se tu Padre Eterno,
quién mueva la corriente;
no permitas que yo obstaculize el paso de nadie.
Arrastrame en ese caudal tranquilo de tu paz.
Me dejaré llevar en silencio,
ya nadie sabrá siquiera que existo.
Se irán conmigo mis vivencias.
Aquellos recuerdos de horas felices.
De momentos amargos, de días oscuros y tristes.
No sé si en verdad, alguien me amó.
Pero de algo estoy muy seguro.
Me entregué al amor sin miedos,
y quizás amé demasiado.
Hoy camino entre las sombras y el desprecio;
recibiendo migajas,
de piedad por compromiso.
Dios, Padre piadoso;
permíteme flotar, en el río de la vida.
Sigue guiando tu su corriente.
Llegará ese día en que me toque hundirme para siempre,
En el abismo de la muerte.
Ya no habrá retorno,
Quizás, nadie note que ya no estoy.
Se olvidarán para siempre de este loco romántico.
Sócrates A. Chavarría Ch.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
- Autor: Sócrates Chavarría (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de noviembre de 2024 a las 23:10
- Categoría: Triste
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: Marco Gutierrez Jaldin
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