El Hornero Maestro

Eduardo Rolon




 
Desde la ventana
de mi alma, contemplaba
la obra del hornero,
un maestro sin igual,
 
un arquitecto de barro,
con manos de alfarero,
tejiendo su morada
en lo alto, con un ritmo
ancestral.
 
Su casa, un laberinto
de barro, una fortaleza
pura, un escudo
protector, para sus
pichones, que duermen
con la luna,
 
y en cada recoveco,
un amor que se multiplica,
un coro de vida
que se alza, en una
melodía sin igual.
 
Imaginaba su obra,
un castillo de barro,
un monumento al esfuerzo,
al amor y a la esperanza,
 
erigido sin planos,
sin escuela, solo con
la fuerza de un corazón
que late con la sabiduría
de la tierra.
 
En cada ladrillo
de barro, un sueño
se cristaliza, un hogar
que se levanta, con
la paciencia de un gigante,
 
y el hornero, con su
pico afilado, escribe
en la arcilla, un poema
de amor, con la tinta
de la vida.
 
Sobre el cielo, un cielo
de barro, con miradas
de acero, se alza
la casa del hornero,
un refugio de amor,
 
y en cada pared, se
esconde la historia de un padre,
que defiende su familia,
hasta el final, sin temor.
 
Es el hornero, un maestro
del barro, un arquitecto
de la vida, que nos
enseña a construir, a
proteger, a amar sin medida,
 
y en su obra, encontramos
un mensaje de esperanza,
de que la vida, aún en
la adversidad, siempre busca
su morada.
 
Autor: Eduardo Rolón

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