Regreso (psalmo a la música)

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Regreso a ti… a la nada…a la armonía,

a ti, a la materia intangible y luminosa,

a ti, mil vibraciones ojos claros,

ojos oscuros miles,

a ti, cabellos de escarlata,

a ti, mi origen y principio…

a ti, final.

Regreso a tus llanuras de líquidos rumores,

regreso al cataclismo selvático del tiempo,

al vértigo contante del compás, al arpegio,

al tono transparente,

al silencio cantor.

A la muerte en acordes,

a la vida en en crescendo,

a los sensuales trinos y pájaros mordentes,

al duende del tresillo-apoyatura,

a sílfide staccato,

al delirio fortísimo,

a la pasión glissando,

a la catarsis piano

Volveré a ahogarme estrangulada

por tus revueltas olas en melena,

y en tu batuta-mástil

la bandera pautada flotará

en los aires del corno,

andante, lento, largo, moderato,

vertiginosamente allegro.

Dialectico contradictorio contrapunto,

melódico discorde tetracorde,

dominante cadencia tan amada y perfecta.

Modo menor de mi angustioso llanto,

modo menor del miedo, de la muerte,

modo menor de martirio y pureza.

Modo mayor, monárquico jardín.

Descendente ascendente,

cromático, diacrónico…

diatónico ascendente semitono.

¡El intervalo justo, como Salomón!

Justo, como el fallo de los pueblos…

Redonda como el mundo, como el verso.

Paleta policroma en la armadura…

Llave del universo y la verdad,

llave de Fa, de Do, de Sol o Estrella.

¡Ángeles de los tiempos, canten todos

por todos los oboes de la tierra!

¡En el mundo combatan las trompetas

con trombones y violas sincopando!

¡En el mundo gobierne Partitura

y corcheas en ejercito desfilen

al compás de metrónomo encantado!

El solemne silencio nos despierte

y puntillo a puntillo avanzaremos

en el oído inmenso de la historia.

¡Magnánimos timbales coronemos

 con corolas de aves crotaloides!

Clavecímbalo cóncavo en el fondo

de la caída eterna de la fuga,

en el mar de la tuba y el clarín,

el navío anclará lleno de flautas

y en las nubes-violines

las violas de tormenta anunciarán

la caída de escalas en el piano.

Preludios de igualdad en la conciencia.

A tus lirios sinfónicos regreso, perfumes

de amatista amante

diamantina,

en tus brazos arrulla mis delirios.

La única verdad sabiduría,

más bella claridad que el ígneo lumen,

más grandiosa que el cosmos,

extraña y tibia bruma

más potente que el fuego.

Vuelvo a ti en las eras malditas de mi siglo,

en el ciclón corrupto y decadente

de las guerras lejanas y cercanas,

en el Apocalipsis de los pueblos

te encontraré indeleble,

intacta, indestructible, permanente.

¡Bendita música! ¡Fuerza primigenia!

 

 

 

 

 

 

 

 

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