Hoy como todos los días me subí a un bus camino al trabajo.
Se detuvo en la parada y se subió un muchacho; no era alto.
Mirándolo de reojo, vi sus tatuajes, su ropa, su facha; por él no darías nada.
Noté que era extranjero; tenía en un bolsón un alta voz y un cancionero.
Empezó a hablar, a saludar y dijo que cantaría para los pasajeros.
Se dispuso a cantar una canción y sus letras hicieron que yo quedara atento.
Cantaba con amor y a la vez con una pena; creo que llevaba encima la tristeza.
Primero cantó una especie de rap sobre la juventud que se pierde en las calles.
Entendí que lo suyo era rimar, improvisar; me impresionó su arte.
La segunda parte de su acto era sobre la pobreza, la desigualdad, el hambre.
Las personas en el ómnibus observaron con atención en que se basaba su inspiración.
En el bus seguía subiendo la gente y él continuaba metido en su actuación.
Al terminar de cantar pidió algunas monedas y se despidió amablemente.
Antes de descender del bus le pregunte su nombre a aquel muchacho con tatuajes con un altavoz y un cancionero.
Respondió con una sonrisa de agradecimiento diciéndome "señor, me llamo Nero".
- Autor: EMBAR (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de noviembre de 2024 a las 14:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna, Josué Gutiérrez Jaldin, Sergio Alejandro Cortéz, Eduardo Rolon, ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z.
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