Cuando estás frente a frente
A quienes torturan con la mirada
¿No sientes en tu pecho
Aquel puño palpitante?
Se siente cómo se inquieta
Intenta escapar de su jaula
Sube por la tráquea, se queda atorado
Y más se desespera
Burbujas sopla la mente
Que llenan entera la cabeza
Se vuelven asfixiantes
Al igual que el mundo
Se aguanta, no hay de otra
Se mantiene el rostro de foto
Se escucha como se puede
Bien portado, como se espera
Al momento que cierra la boca
Los pies se mueven por si solos
Un último adiós educado
Y se van, se marchan
El cuello se aprieta, se siente justo
Se pasa por entre caras iguales
Pero que no se ahogan
Y se busca silencio, calma, algo
Se cierra la puerta una vez dentro
Se oye la gente pasar por fuera
Las piernas se derriten
Se intenta pensar en que se está solo
Un intento de que el aire lo empuje
De vuelta a su sitio al puño
Golpea con fuerza, rápidamente
Se siente cómo duele
No te haz preguntado algún día
¿Cuándo para, cuándo se arregla?
Y una burbuja tuya que te da vueltas
Mientras más me escondo más me buscan
El puño se endurece
Más difícil se hace de tragar
Que duela, pero que se pase
Se debe volver ya a la mesa
El cuerpo y frente, cansados
Quedan con efectos secundarios
Tiemblan como terremotos
Y hace frío, como en nevera
Buscar ayuda, es la idea
No es que sea tan útil
Y mientras se toma el agua y azúcar
Se desea desaparecer, que nadie me vea
- Autor: Jo Stuardo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de noviembre de 2024 a las 01:18
- Comentario del autor sobre el poema: Recuerdo a medias (como todo lo demás) cuando me dio mi primer ataque de ansiedad o, como le llamaron, taquicardia. Fui de inmediato con la psicóloga del colegio, ya sabiendo por investigación previa a qué se dirigían mis síntomas. De ahí me llevaron a la enfermería, había más pacientes allí, sentí sus ojos sobre mí. La misma semana, aproximadamente tres días después, me dio otro. Esa vez fui donde la psicóloga, pero no estaba. Estuve unos cuantos minutos allí calmándome, aprovechando que era una sala pequeña y sin nadie, hasta que me ganaron otros nervios. Sentía como que en cualquier momento me encontrarían y me metería en problemas, ni yo sé por qué. Luego fui a la enfermería por las secuelas de la taquicardia. Desde entonces no me ha dado otro, pero temo que sean como los sismos y que, mientras más tiempo pasa, más grave será el siguiente.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Josué Gutiérrez Jaldin, Annabeth Aparicio, Mauro Enrique Lopez Z., Antonio Pais, Eduardo Rolon, alicia perez hernandez
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