Soneto VIII Patria

Eros Corzo Camacho

Perú, asentada en la cintura del mundo un poquito más para abajo, como si de algo sensual se tratase, pero donde ni la mano de Dios la toca, fuimos apuñalados por la anomalía del pacífico en sus costas, y mi pequeño escrito no la cura, aún en la herida bondadoso y paternal porque a ese niño y a esa niña le regalabas todos los climas de este mundo.

 

En el cielo el frío se posa al delicado mar donde hace abrazar a la gente, pero el pasto aún no abraza a los cerros, aquí también es donde se interrumpe la simetría del cuadrado perfecto de los suelos.

 

La tierra era arrugada con fuerza, pero la muy dadivosa como de costumbre en vez de extinguirse se florecía en ella lo que se puede comer por eso en mi patria la bandera en fachadas se extendía hasta agosto. La profundidad de los poetas peruanos de sus tristes versos es medible y es infinito.

 

La libertad soñaba con esta bandera que el tiempo no podía arrugar, los ejes del mundo fueron testigos en herida abierta lo que tanto costo, fuimos esclavos arando la tierra, pero fue el alimento de esa misma tierra la cual nos regaló fuerza para romper con ira la cadena de la esclavitud.

 

 

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