Sarcasmos branquiales

Ivette Urroz

Exploro silencios exactos en los ramales sarcásticos de mi branquial pecho,

como recelosas crines cobijadas bajo un sol implacable, marcando las huellas

inolvidables de horas lustrosas; mientras recorro las clásicas sensaciones

de tu corazón de ceño fruncido y sus gestos libres.

Estoy anocheciendo, agitando el crepúsculo del alba pluvial,

donde en diminutas florestas de satén capitalista se fermenta

la esencia de la verdad relativa a tus damoclianos deseos.

Ayes lumínicos, como la humedad de lamentos tiernos

en arrumacos empapados de lluvia dominical,

son las imágenes locuaces de quien perdió, en el instante

eterno, una melancolía ardiente.

Tras la sombra del círculo, duendes enlosan y escriben

extrañas palabras sobre el astro confuso, digiriendo la muerte.

La sagaz inteligencia del destino es un pez prodigioso, suspendido

en la percha de la luna que orquesta la natalidad del mundo.

Inflexiones paternales del ser infinito surgen

y se dispersan en alfombras voladoras hacia el foso de la vida,

como rastros entorpecidos de la madrugada oblicua y liberal

que empuja un viento privado de espanto.

Marcas de un destino audaz, que saltan

como escarabajos de lo imposible,

y en un solo pestañeo, gobiernan un mundo construido de diamantes,

aferrándose tenazmente a lo blanco, lo negro y lo claroscuro.

Ivette Mendoza Fajardo

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