El día que nos conocimos,
fue un instante suspendido en el tiempo,
un recuerdo que se grabó en la piel,
como una melodía que nunca se desvanece.
No importar cuánto tiempo pase,
ese día siguie siendo único,
un lienzo donde pintamos risas y desafíos,
donde aprendimos a cuidarnos en la tormenta.
Las peleas, como chispas en la fragua,
forjaron nuestra complicidad,
nunca faltarnos al respecto,
porque el amor se nutre de paciencia y confianza.
Me acerqué a una zona peligrosa,
y allí, sin saberlo, me enamoré de ti,
mi corazón, fiel y terco,
se aferraba a tu lado como un faro en la niebla.
Nunca imaginé sentir este abismo,
donde las emociones se entrelazan,
y admitirlo fue como abrir una puerta secreta,
donde solo tú tenías la llave.
Quise alejarme, escapar del dolor,
pero la sonrisa que iluminaba mis días tristes,
era tuya, como un sol en el horizonte,
y esos pequeños detalles, mis ultimas ofrendas.
El días que todo cambió, lo sentí,
eras diferente, pero en el fondo,
la verdad se escondía como un suspiro:
siempre serás libre, y yo, un recuerdo en tu corazón.
- Autor: Pluma Inspirada (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de noviembre de 2024 a las 17:11
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Josué Gutiérrez Jaldin, Antonio Pais, Eduardo Rolon, Mauro Enrique Lopez Z., Lualpri
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