Nos queda exiguo el tiempo, amor mío,
frágil y fugitivo como el albor;
y en este amor que arde, que es desvarío,
la vida se torna un pálido fulgor
de un fuego eterno que arde en desvarío.
Qué breve es la existencia en esta danza,
qué ínfimo el respiro que nos concede;
ámame con furor y sin esperanza,
que el destino, impávido, nos precede,
dejándonos solo un instante en venganza.
Ámame en esta noche sin clemencia,
ámame hasta que el alba nos traicione;
pues en esta pasión sin resistencia,
el tiempo mismo se doblega y se descompone
en un fugaz suspiro de inconsciencia.
La vida nos queda diminuta, irrisoria,
ante el arrebato que nos consume;
ámame como un eco de memoria,
como si en esta llama, sin resumen,
se fundiera nuestra tragedia y gloria.
- Autor: El Corbán (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de noviembre de 2024 a las 19:54
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: Eduardo Rolon, Josué Gutiérrez Jaldin, Antonio Pais, Jaime Alberto Garzón, Mauro Enrique Lopez Z., El Hombre de la Rosa
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